Y casi sin transición quedo paralizada,
desamparada en aquella desdichada soledad,
su propio ser ocultándose de lo absoluto,
apagándose con las sombras del atardecer.
Es probable que esa mujer de carne y hueso apenas perceptible,
hubiera sentido miedo como una señal de desesperación,
desprevenida, casi sin darse cuenta.
Se descubrió rodeada de ausencias.